En las puertas del centenario, la increíble obra arquitectónica, que es un símbolo de la identidad porteña, celebra un nuevo aniversario con una serie de actividades artísticas y culturales.
El Palacio Barolo, increíble obra arquitectónica enclavada en el corazón de la tradicional Avenida de Mayo, cumple 99 años. Sin dudas se trata de uno de los edificios más hermosos de la Ciudad de Buenos Aires. La imponente construcción es un deleite para la vista y está rodeada de historias increíbles.
La Fundación Amigos del Palacio Barolo prepara para el próximo 7 de julio una celebración especial que contará con un programa de actividades artísticas y culturales, puntapié inicial de los eventos que mes a mes se realizarán por el centenario, que se cumple en 2023, y para el que se espera que se sumen diversos patrocinadores.
Los 100 años del edificio más emblemático de la Ciudad de Buenos Aires se transformarán en un momento que sin dudas será recordado y transmitido por generaciones.
Los creadores del Palacio Barolo fueron el arquitecto Mario Palanti y el empresario Luis Barolo, se conocieron durante el centenario de la Revolución de Mayo y se pusieron de acuerdo para hacer algo en honor a la ciudad italiana y a Dante Alighieri. Un siglo después, es inevitable pensar qué pasará en los próximos 100 años. Qué cambios se producirán. Y sin dudas, uno de los temas clave es el de la inclusión, y el deseo de lograr un mundo más igualitario.
Por eso desde el Palacio Barolo se da el puntapié inicial para un concepto innovador: el turismo inclusivo: durante la celebración de los 99 años estará disponible una posibilidad para que las personas ciegas puedan recorrer el Palacio Barolo con sus manos. ¿Cómo? A través de una novedosa réplica en 3 del edificio, realizado hasta el último detalle para que estos visitantes puedan tocar y acceder íntegramente al patrimonio histórico y cultural. El diseño estuvo a cargo de Ágora 3D Studio, dirigido por Esteban Barreiro, a través de su premiado proyecto TOCAR, cuyo objetivo es dar acceso a la población de personas ciegas a piezas del arte y el patrimonio histórico y cultural, mediante la digitalización de las mismas para su posterior impresión 3D a través de software y hardware específicamente diseñados para cumplir con la tarea.
Por otro lado, la tecnología y la sustentabilidad también dirán presentes. En lugar de repartir programas impresos habrá distintos códigos QR en la planta baja que se podrán escanear con los teléfonos celulares y así acceder a toda la información del edificio.
Además, en el marco de los festejos, la Orquesta Sinfónica Institucional del Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla de la Ciudad de Buenos Aires se presentará en el hall del edificio. Allí dirigida por el maestro Diego Licciardi, iniciarán su performance con el Himno Nacional Argentino, seguido de un Pericón de Luis Gianneo, luego la Rapsodia entrerriana, pieza de la compositora Celia Torrá, una de las primeras compositoras mujeres del país, y finalmente la Suite Piazzolla conformado por Adiós Nonino – Años de Soledad – Libertango de Piazzolla y Ferrer.
También se inaugurará un nuevo quiosco informativo con el estilo art decó de los años ‘20, diseñado por la arquitecta Marina Thärigen, que reemplazará al que se encontraba desde la apertura del edificio. Este pequeño monumento en el centro del Pasaje esta creado como una prolongación del edificio, su arquitectura icónica y sus colores simbólicos. Trabajado en cedro, con zócalos de bronce, un mostrador de mármol verde y una cúpula de vitrales, la propuesta implica construir hoy una insignia que pareciera haber estado siempre en su lugar original, siendo una prolongación natural de la obra de Palanti.
UN POCO DE HISTORIA
Palanti y Barolo, ambos de origen italiano, sentían profunda adoración por la
figura del Dante Alighieri y construyeron en su homenaje un edificio lleno de analogías a la Divina Comedia. La intención era que allí reposaran las cenizas del mítico escritor italiano. Para eso diseñaron un lugar bajo la bóveda central, en la planta baja con una estatua de bronce de 1,50 metros de altura que representaba el espíritu del poeta apoyado sobre una gran ave que lo llevaba al Paraíso.
Pero la estatua fue robada al arribar el barco que la trajo de Italia, en los años ’20 y su lugar fue ocupado por una réplica. La misma fue realizada por Amelia Jorio, hija de Carlos Jorio, uno de los primeros inquilinos el Barolo (y de quien se conserva una oficina con mobiliario y objetos antiguos).
Parte de la obra original fue recuperada recientemente tras más de 20 años de intensa búsqueda y desde noviembre de 2021 se encuentra en las oficinas del mítico edificio.
Inaugurado en 1923, fue el primer rascacielos de Latinoamérica y tiene un “gemelo” en Uruguay. Es una pieza indispensable de la arquitectura porteña, con un aspecto que rompió todos los moldes de la época.
Ya desde sus inicios, el Barolo llamó la atención. El edificio se puede categorizar dentro del movimiento “art nouveau”, pero tiene detalles de arquitectura gótica y neorromántica. Además, fue construido utilizando la técnica del hormigón armado, un método moderno. La cúpula, por su parte, está inspirada en el templo Rajarani Bhubaneshvar, de la India. “Rascacielos latino”: así resumió su estilo ecléctico el arquitecto Mario Palanti, su autor.
El mármol del piso, de colores verde, blanco y rojo, como la bandera italiana, al igual que el resto de las decoraciones, son originales de 1923. El edificio, al ser declarado Monumento Histórico Nacional en 1997, no puede ser modificado.
En toda su estructura se advierten múltiples significados y referencias directas a la gran obra del Dante. Tiene 100 metros de altura, como 100 son los cantos de la Divina Comedia y al igual que las estrofas de los versos, 22 son sus pisos. Está conceptualmente dividido en Infierno, Purgatorio y Paraíso, coronado por un faro que simboliza la figura de Dios
La planta baja y los dos subsuelos representan el Infierno; el Purgatorio se desarrolla desde el piso 1 al 14 y cada dos pisos representa uno de los siete pecados capitales. El Paraíso se ubica en la torre del edificio, desde el piso 14 al 22. Tiene 8 pisos, por los ocho cuerpos celestes del sistema solar del Dante: Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno y las Estrellas. El círculo se asocia a la perfección y el edificio está repleto de formas curvas que cumplen con la relación pitagórica que determina el número Pi (3,14); dicha relación se da en la división original del acceso mediante los ascensores: 22 pisos, dividido por 7 ascensores, da exactamente 3,14.
Al mirador se accede por una escalera caracol. Subirla tiene su recompensa: se disfrutan vistas panorámicas de la ciudad de Buenos Aires, en cada uno de los balcones que rodean los 360 grados del mirador. El faro, ubicado en el último nivel del Paraíso, representa a los Nueve Coros Angelicales y sobre él se alinea la constelación de la Cruz del Sur con el eje del Palacio Barolo en los primeros días de junio